Cristo ha
resucitado. ¡Aleluya!
El Domingo de Resurrección es la celebración con mayor densidad
divina, es decir, donde Dios se hace más patente pues realiza su gran gesta:
vencer al mal y a la muerte.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del
Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran
alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo
resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando
Jesús sube al Cielo.
La Resurrección es fuente de profunda alegría, es una luz para los
hombres, cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres
haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras,
su testimonio y su trabajo apostólico.