“Dame de beber”
Estamos transitando este
tiempo de cuaresma, un tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados, y de
cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. Es, por
excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico.
El evangelio de hoy nos
acerca el diálogo de Jesús con la mujer samaritana. Un diálogo paradigmático de
nuestro «proceso de encuentro» con Jesús, un diálogo que nace motivado por la
sed y que, al fin, culmina saciando esa sed porque guía en el encuentro con el
propio manantial.
La gran enseñanza que nos
deja esta palabra, es que Dios es lo único que puede saciar nuestra vida y
nuestra alma.
Como expresa el Papa
Francisco, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra
escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así,
fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo
y luz de las naciones.