“Espíritu
Santo, ilumínanos”
Este domingo 5 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad de
Pentecostés, día en que recordamos la poderosa efusión del amor de Dios y el
cumplimiento de las promesas de Jesús. Esa promesa dio inicio al nacimiento de
la Iglesia que desde la herida del costado de Cristo hubo un poderoso
derramamiento de dones y carismas.
La promesa de Jesús de enviar al defensor, al abogado de los
creyentes se ha cumplido. Así como los Apóstoles del Nuevo Testamento cada uno
de nosotros estamos llamados al discipulado, ya no seremos espectadores, sino
servidores y testigos de un Cristo vivo y resucitado. Celebramos también en
Pentecostés a la tercera persona de la Santísima Trinidad quien habita en
nosotros y nos ayuda a vivir victoriosamente en Cristo todos los días.
El poder de Pentecostés hace fuerte al débil, al tímido la hace
valiente, al insensato le da sabiduría, a los de doble ánimo les da dominio
propio y al limitado de palabras la flexibilidad de expresarse.
El Espíritu Santo nos ayuda y conduce a la santidad. La
santificación es el resultado de una relación viva con el resucitad; es la obra
espiritual interna que Cristo Jesús realiza a través del Espíritu Santo. En
Pentecostés se manifiesta el fuego, que es el símbolo de purificación, limpieza
y ardor.