01 de Noviembre
Solemnidad de Todos los Santos
Una
fiesta que nos invita a la esperanza
“Sed,
pues, perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto”.
Mt 5, 48
La Solemnidad de Todos los
Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la
Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar un día del año para recordar
a cada mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta
para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez
al año.
Cuando el 13 de mayo de
610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, consagró
el nuevo templo a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. A
partir de entonces, la celebración de Todos los Santos quedó fijada en esa
fecha, y así permanecería por muchos años hasta que el Papa Gregorio IV, en el
siglo VII, trasladó la celebración al 1 de noviembre. Es muy probable que la
decisión del Papa Gregorio haya sido contrarrestar la fiesta pagana del
“Samhain” o año nuevo celta, que se celebra la noche del 31 de octubre.
Los
santos no son héroes, sino gente común que, en su debilidad, imitan a
Jesús al dar sus vidas, por la gracia de Dios. Es el amor el que tiene el
poder de transformar a cualquier hombre y hacerlo santo.
El Papa Francisco explica
muy bien cuál es el camino a la santidad:
"...todos
estamos llamados a la santidad. Los Santos y Santas de todos los tiempos, que
hoy celebramos juntos, no son simplemente símbolos, seres humanos lejanos e
inalcanzables. Por el contrario, son personas que han vivido con los pies en la
tierra; han experimentado el trabajo diario de la existencia con sus éxitos y
fracasos, encontrando en el Señor la fuerza para levantarse siempre y continuar
en el camino.”
(Ángelus, 1 de noviembre de
2019)
No olvidemos nunca que
estamos llamados a ser santos. Y que debemos recordar y agradecer la vida de
esos hombres y mujeres que lo dieron todo por amor.
¡Feliz día
de Todos los Santos!