El Espíritu Santo da inicio a nuestra misión y la impulsa.
La fiesta de Pentecostés
es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el
Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los
israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después
de la salida de Egipto.
Pentecostés es la
conclusión de la cincuentena pascual. Es una fiesta de plenitud y no de inicio.
La fiesta de Pentecostés,
es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos
tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la
Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Con Pentecostés se da el
nacimiento de la Iglesia, el Espíritu Santo desciende sobre la Virgen María y
los apóstoles impulsándolos a continuar la misión de Jesús. «La paz esté con
vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo» (Jn 20,21).
Deseamos que el fuego que
ardía en el corazón de Jesús no se extinga, sino que provoque en nosotros el
incendio que él ha soñado y querido