¡Dios te salve llena de gracia!
La fiesta de
María Mediadora de todas las Gracias la instituyó el Papa Benedicto XV en el
año 1921, y en ella se nos invita a recurrir siempre con confianza a esta
mediación incesante de la Madre del Salvador, para que obtengamos la gracia de
hacer que toda nuestra vida, todo lo que deseamos, todo lo que hagamos sea para
alabar y servir a Nuestro Señor Jesucristo.
El Concilio
Vaticano II nos dice al respecto: “María, asunta al cielo, no ha dejado su
misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos
los dones de la salvación eterna. Con su amor materno cuida de los hermanos de
su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que
sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen
es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro,
Mediadora. Esto no resta ni añade nada a la dignidad y eficacia de Cristo,
único Mediador” (LG 62).
Cristo es el único
mediador entre Dios y los hombres. Pero Él, no por necesidad sino por
benevolencia, ha querido asociarse otros mediadores, entre ellos María.
El Concilio también nos dice: “la Iglesia no duda en confesar esta función
subordinada de María, la experimenta continuamente y la recomienda a la piedad
de los fieles, para que, apoyados en esta protección maternal, se unan con
mayor intimidad al Mediador y Salvador” (LG 62).