viernes, 1 de octubre de 2021

01 de Octubre

Santa Teresita del Niño Jesús

 


Sencillez y perfección en las cosas pequeñas

María Francisca Teresa Martin Guérin nació en Alençon (Francia) el 2 de enero de 1873. El primer año de su vida tuvo que ser criada en el campo por una nodriza, pues su madre no podía alimentarla. Sus primeros años de vida fueron muy felices, pero cuando la niña tenía cuatro años, murió su madre de cáncer. Esto afectó mucho a Teresita, de modo que se mostraba tímida, callada e hipersensible, a pesar de que su padre y hermanas redoblaron su ternura con ella.

En el año 1883 le sobreviene una “extraña enfermedad”, con alucinaciones y temblores. Un día, mientras sus hermanas rezaban por ella, le pareció que la sencilla estatua de la Virgen que tenía cerca, le sonreía, y se sintió curada.

El 9 de abril de 1888, Teresa entró en el Carmelo con el nombre de Teresa del Niño Jesús. A este nombre le añadiría posteriormente “y de la Santa Faz”, cuando su padre sufrió períodos de alucinaciones y hubo de ser ingresado en un psiquiátrico. Enfermedad que él vivió con gran fe, pero por la que sus hijas sufrieron mucho.

En el Carmelo, Teresita ahondó en la Sagrada Escritura, fundamentalmente en los Evangelios, donde veía las huellas de Jesús. También las lecturas del antiguo testamento.

Con los años, va creciendo su experiencia del amor incondicional y gratuito de Dios, sintiéndose llamada a vivir en el agradecimiento y abandono confiado de un niño en brazos de su madre.  Esto le conduce a entender el valor de las más pequeñas obras realizadas por amor, afinando en el amor cotidiano, en los más mínimos detalles. Llega a entender que su vocación en la Iglesia es el amor. Mujer sencilla, que vivió sin hechos extraordinarios, sin éxtasis ni milagros, conoció la aridez en la oración y las incomprensiones, lo que nunca le quitó una serena alegría y una paz que cada vez colmaban más su corazón.

En la Pascua de 1896, Teresa tiene una hemoptisis, síntoma de la tuberculosis. Quería ir a una misión en Indochina pero su salud no se lo permitió. Sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del convento de la que no volvió a salir. A partir de agosto ya no podía recibir la Comunión debido a su enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año.

Fue beatificada en 1923 y canonizada en 1925. Se le presenta como una monja carmelita con un crucifijo y rosas en los brazos. Ella decía que después de su muerte derramaría una lluvia de rosas.

Santa Teresita del Niño Jesús nos enseña un camino para llegar a Dios: la sencillez de alma. Hacer por amor a Dios nuestras labores de todos los días. Tener detalles de amor con los que nos rodean.

Nos enseña a servir a los demás con amor y perfección viendo en ellos a Jesús. Toda su vida fue de servicio a los demás.

 Nos enseña a tener paciencia ante las dificultades de la vida. Su enfermedad requirió de mucha paciencia y aceptación. Sólo estando cerca de Dios el sufrimiento se hace dulce.