“Sed,
asimismo, testigos incansables de esperanza”
Iglesia Argentina celebra cada 8 de septiembre, en la Fiesta de la
Natividad de María, el día de la Vida Consagrada.
La vida consagrada es la respuesta del encuentro personal con Dios,
que se hace envío y anuncio. Este día debe ser una ocasión para promover el
conocimiento y la estima de la vida consagrada como forma de vida que asume y
encarna el encuentro con el amor de Dios y con los hermanos, manifestado en la
entrega profética desde cada carisma fundacional.
San Antonio María Gianelli vivió con vigor y pasión su misión al
servicio del reino de Dios. Solía repetir: "Dios, Dios, Dios
solo". Toda su acción estaba animada por el ardiente anhelo de pertenecer
a Cristo. Deseaba servir al Señor en los pobres, en los enfermos y en las
personas sin instrucción, así como en los que aún no conocían o no habían
encontrado a Dios en su existencia. Abría su corazón a la acogida de los
hermanos y se interesaba por toda persona. Sus enseñanzas se encuentran bien
expresadas en vuestras Constituciones, que delinean el estilo típico de vuestra
familia religiosa: fidelidad al carisma, viviendo en vigilante caridad
evangélica, olvidando el propio interés y las propias comodidades; estar
atentas a las necesidades de los tiempos, alegrándoos de haceros todas a todos
mediante un compromiso que no conozca otro límite que la imposibilidad o la
inoportunidad.
Le pedimos a Nuestra Madre, que bendiga a cada una de las religiosas
que forman parte de la Congregación de las Hijas de María del Huerto,
religiosas que dan testimonio del carisma “Caridad Evangélica Vigilante”,
legado por San Antonio Gianelli.
Hoy les decimos gracias Madre Beatriz, Hermana Inés, Hermana Carina
y Hermana Elvira, por acompañarnos como Comunidad Religiosa, por ser nuestro
sostén en tiempos difíciles y enseñarnos a caminar bajo el Manto de María del
Huerto.